El dulce símbolo de Guadalajara
Calle Miguel Fluiters. En el centro de la imagen el local de La Favorita, confitería de Jesús Campoamor.
El origen de este afamado dulce se pierde en la historia de los obradores alcarreños; no obstante, su crónica reciente se remonta a mediados del siglo XIX, cuando el ‘‘Borracho’’ y Guadalajara comienzan una asociación inquebrantable a partir de la difusión que, por toda la geografía nacional, propician los cadetes y profesores de la Academia de Ingenieros del Ejército.
Será en 1843 cuando Félix Suárez funda su Confitería y Repostería en el número 6 de la plaza de San Gil, luego ampliada con una delegación en la Fonda de la Estación de Ferrocarril. Es en ese momento cuando se inaugura una saga de pasteleros que van a saciar, durante toda la segunda mitad del siglo XIX, los paladares de los guadalajareños y de todos aquellos que pasan por esta capital. No en vano, la calidad de sus bizcochos será premiada en la Exposición Provincial de Guadalajara de 1878.
A Félix Suárez le seguirán sus hijos, Luis e Hilario, con comercios abiertos en la calle Mayor Baja número 19 y Mayor Alta número 20, respectivamente. Todos serán proveedores de la Real Casa.
A parte de ese abastecimiento puntual que hacían los confiteros de Guadalajara a los monarcas españoles, la ciudad obsequiaba a los Borbón con sus ‘‘Borrachos’’ en cada una de las estancias o tránsitos que hicieran por estas tierras. Por ejemplo, el 23 de marzo de 1879, con motivo de la inauguración del Colegio de Huérfanos de la Guerra en el palacio del Infantado el rey Alfonso XII y todo su séquito fueron obsequiados con: “…unas libras de bizcochos borrachos de superior calidad que, colocadas en dos bandejas de plata, se conducirán a aquel sitio por una comisión de este Municipio.”.
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